01 julio 2021

UN CORAZÓN NO SE CONGELA AUNQUE VIVA EN OYMYAKON.

Águilas en una tarde del 04/06/2021.



     No te superaré nunca. Eres mi peor ansiedad, pero la quiero encima si tú la provocas. Porque te necesito cerca. Necesito más de la paz que me das y menos de la guerra que me dejas cuando te vas. Necesito más de tu luz porque la sombra de tu ausencia es lóbrega y cruel. Necesito más de tu calor porque sé que este corazón no se congela aunque viva en Oymyakon (el pueblo más frío del mundo, Rusia), pero ha dejado de sentir la calidez de abrazos y caricias. Necesito más de tu sinceridad porque las mentiras que me sueltan han formado estas 4 paredes y estoy empezando a creerme todo su veneno. Necesito más de tus superpoderes para afrontar la "vida" que estoy "viviendo" sin ti. Necesito más de tu cariño, porque me odio más de lo que me odiarán jamás. Necesito más de tu grandeza, porque cada día me hago más pequeñita. Necesito más de tu inteligencia porque no sé responder a esas preguntas que me llevan de cabeza. Necesito más de tu amor, sin ti solo me acaricio con cuchillos de cocina. Necesito más de tu entereza porque sola me rompo entera. Necesito más de tu alegría porque la tristeza me repite que no vas a volver. Necesito más de ti porque eres parte de mí. Te necesito a ti.


     Me castigo con lo que ha pasado y cada vez me doy menos tregua y me echo más culpas. Y en noches como la de hoy no me basta con tenerte solo a ratitos en sueños en los que te vas cuando despierto, cuando más te necesito. Quiero que un mismo cielo nos vuelva a unir aunque sea por supervivencia. Que sigues siendo mi experiencia, mi tesoro sin buscarlo en un mapa, el dolor que siento cada vez que él te llama, el sol que no sale por tanta pena que llevo dentro y la luna cuando está llena que lame mis heridas.


     Ahora sé que me podía haber portado contigo mucho mejor de lo que lo hice. Y eso que tú me lo anunciaste una, mil y todas las veces que hicieron falta. Algunas de esas veces te hacía caso, otras caían en saco roto. Hay una cosa que quiero que te quede bien clara: tu compañía fue, es y será siempre un regalo.


     Gracias por esos cumpleaños en los que me llamabas para felicitarme tropecientas veces hasta decirte que eras un pesado y que te callases, pero ojalá no me hayas creído ninguna sola de esas palabras porque se me reían los huesos cada vez que te escuchaba felicitándome. Y sé que tú también lo sabías por la manera en la que me sonreías medio segundo después. Y que enseguida volvías a hacerlo.


     Te quiero como nunca a nadie. Siempre quise estar contigo, no con los demás. Prefería estar limpiando contigo la mierda de los animales (nunca mejor dicho) que de fiesta/cine o cena con amigos. Que no había nadie por encima de ti. Ahora está él imitando todos tus pasos sin que tú se los enseñes. Y pocas cosas duelen más que verle crecer sin ti. Aún recuerdo sus primeros segundos de vida con nosotros en los que yo fui, después de ti, la siguiente en abrazarle. Y no sé la de veces que te decía con toda la ilusión y felicidad que me cabía dentro que se parecía a ti, era el mayor orgullo que podía darme la vida. Era lo único que quería, que tuviera la belleza de su papá. Lo que no sabía era que lo iba a pagar tan caro. Tú, yo, él, nosotras, toda tu familia. Nada ni nadie ha sido el mismo después de ti. Te echo en falta. Y sigo sin conformarme por tenerte solo un ratito en sueños. Quiero abrazarte de verdad. Tengo ganas de verte y me da igual todo. Algún día llegará. Lo prometo.


     Lo mejor que tengo de alguien es a ti dentro, y a él fuera. Tan fuera que lo tengo clavado tan fuerte y profundo como a ti. Sois, vosotros dos, mi abrigo cuando hiela y mi refugio, el que me protege de los miedos. No estaré a vuestra altura nunca, pero con vosotros se me acaban las dudas. Nosotros juntos, hasta que me vaya al cielo con arrugas. Y, papá, te prometo que lucharé y venceré a mis monstruos. Y si algo tengo claro es que él va primero y que con él no tengo miedo y cuando caigo y me roban todo lo que me hace feliz sigo en pie por ti y por él. No hay más.

🎵 Papá me dijo - Zpu ft. Dante

23 mayo 2021

¿Y SABES QUÉ?

     Hace tiempo dejé de buscar a personas que fuesen auténticas porque me cansé y me harté de toparme con caretas de plástico. No veía en nadie nada especial, nada que destacase. No me refiero a sus talentos, o a cosas que se les den bien si no a la calidad de su persona. Un día es igual que el siguiente y otra persona nueva es muy parecida a la anterior: sin nada que me llame la atención. Pero bajé la guardia y varios años después... llegó alguien. Alguien que es de esa clase de personas que sus palabras cuentan más de lo que escuchas. De esas que sus hechos dicen mucho más que lo que sueltan por la boca. De esas que sueñan despiertas para que nadie les despierte de sus sueños. De esas que son mapas y brújulas cuando te pierdes. De esas que tienen un noséqué que no sabes qué es. De esas que son magia aunque no las estés viendo. De esas que puedes ver todo su abismo si te paras a mirarles a los ojos y de frente. De esas personas que tienen dentro el fuego más fuerte e intenso (con heridas) que jamás conocerás. De esas que por fuera tienen una coraza de hielo transparente que se torna opaco por las capas y capas de granizo que la rodea. De esas que te parecen glaciar y que, cuando las conoces, sabes que son un copo de nieve que no se derrite en el calor de cualquiera que le roce. De esas que se mueven entre las sombras, pero que son luz. De esas que se balancean en una melodía de piano mientras su cabeza convive con una algarabía del 15. De esas personas de las que no esperas nada porque simplemente las dejas ser ellas mismas, sin expectativas, y dejando que te sorprendan con su esencia. De esas que declaran la guerra por su paz. De esas que son regentes de aquello que les inquieta. De esas personas de las que la gente no apuesta por ellas por su timidez, pero tienen mucha más garra y gancho que la mayoría cuando algo/alguien se les cruza entre cejo y cejo.


     Y tuve el puto placer de conocer a alguien así. En el momento justo, cuando desistí y creí que nunca me tropezaría con alguien así. Y qué bonita casualidad es, ¿no? Una casualidad que no vi venir, pero la sentí y le di forma cuando vi su sombra a lo lejos. En ese momento no sabía quién ni cómo era, pero sabía que era esa persona. ¡Y qué poco me equivoqué! No sé si eso fue intuición, sexto sentido o una simple coincidencia, pero pasó. A veces me da miedo pensar en qué hubiera pasado si yo le hubiera hecho caso a esas ganas que tenía de no acudir aquella tarde, porque me habría perdido a esta personita. Y ahora que lo sé, no sé si me lo habría perdonado. El asunto fue que algo que tiró de mí y me hizo asistir. Y entendí que ese no sé qué era esa sombra que tenía a unos cuantos metros, porque esa sensación de avanzar frenó en seco. Llegué a mi destino.


     Mi hermana durante el trayecto en coche, me dijo de él su nombre, que era del mismo año que yo y que tenía un libro, su portada, el título y creo que nada más. Cuando me presenté en el sitio con ella me dijo varias opciones y yo no contesté porque no sabía de quién se trataba, jamás había hablado con él, pero yo sabía que de las personas que me indicó era... ninguna. Hubo un silencio de unos pocos segundos (que a mí se me figuraron bastante largos) y después añadí: "no, es él". Recuerdo que no señalé con el dedo, sí con la mirada. Y sí, era él.


     Me hace gracia esto porque recuerdo casi cada detalle de ese momento cuando no recuerdo el cómo conocí a nadie, salvo a mi hermano pequeño. Y de esto me acabo de dar cuenta escribiendo esto, curioso, ¿no?


     Y, Vii, ahora que ya sabes que esto se trata de ti... permíteme que directamente te hable a ti. Sin andarme con más rodeos te digo que me pareces alguien increíble, de esas personas que cuesta mucho encontrar y que tienen un precio incalculable. Realmente no te conozco mucho, pero sé lo suficiente de ti como para decirte que quiero quedarme y que estés cerca. Eres distinto al resto, pero distinto de verdad porque sumas y multiplicas sin restar ni dividir. Eres lo fantástico de la realidad, lo real de la fantasía y no ha nacido persona que sea capaz de quitarte tu magia por muchos entresijos que te vengan. Porque esa magia es parte de tu Ave Fénix, la que resurge de sus propias cenizas con más fuerza que nunca. Eres rey de tu reino, de tu imperio, de tus sueños, de tus insomnios, de tus desvelos, de tus inquietudes, de tus miedos, de tus ganas, de tus ilusiones, de tus fuerzas, de tus debilidades, de tus sombras, de tus luces, de tus estatuas,... eres rey de ti. Y créeme, amigo, que son muy pocas personas las que pueden decir esto con tanto tanto orgullo como tú. Tú eres tu reino desde el primer ladrillo al último que lo forman, aunque esté como Roma, en ruinas, o escondido a ojos de quien realmente no quiere verlo o invencible como un guerrero que no se rinde o con una fuerza de superación absoluta o sobreponiéndose a toda adversidad que se presente para fortalecerse o en el aire, volando más alto que nunca. Y ése es tu símbolo de renacimiento físico y espiritual. Es el escudo que necesitas. Tienes un reino digno de admirar. Debes de estar muy orgulloso de él, no es para menos. Es colosal lo que has construido tú solo con tus propias emociones.


¿Y sabes qué?

     Que ojalá creyeses en ti tanto como lo haces en tu reino: sin peros, sin condiciones, sin opiniones ajenas, sólo la tuya. Lo que hace a tu imperio tan titánico no es su estructura, los materiales que tiene, sus columnas, sus puentes, sus escudos, sus armas, su... nada. Lo que hace fuerte e inquebrantable son tus valores. Esos mismos que no viene a romperte nadie, porque crees en ellos. Y, no dejes que nunca nadie lo haga, por favor.


¿Y sabes qué?

     No seré yo quien te diga que no te reemplazarán, porque absolutamente todos somos reemplazables, pero quédate con quien aunque pueda irse se quede contigo en los vendavales, que quien se queda solo en la calma no vale un nanosegundo de tu tiempo. Tú eres tu aquí y tu ahora, y no es para quienes te dediquen el tiempo que les sobra.


¿Y sabes qué?

     Que no te ocultas de nada ni de nadie. Eres de las personas más fuertes emocionalmente que conozco, aunque sigas hecho añicos o te auto-flageles. No ganes ese miedo a perder cuando la pérdida real está en quien te ha dejado ir de una manera u otra.


¿Y sabes qué?

     Que quien te quiera en su vida hará lo posible para que te quedes. A estas alturas no te mereces a nadie que no luche por ti. No aceptes otra cosa que no sea esa, nunca.


¿Y sabes qué?

     Que tienes muchas incógnitas cautivadoras que hay que escucharlas porque tú no eres solo lo que dices, también eres el cómo lo dices.


¿Y sabes qué?

     Eres de las personas que tiene el interior más bonito que conozco. No me hace falta saber hasta el número de pie que calzas para entender que tu caos rebosa paz. Que vas hasta el final cuando hay algo, o alguien, que sientes tuyo, tanto que lo protegerías con tu vida si fuera necesario. Que callas lo que dentro de ti está gritando. Que tu indiferencia solo es apariencia porque en tu interior está mareada de las vueltas que lleva.


¿Y sabes qué?

     Tú te quedas en las sombras de quien te importa, pero no les presentas las tuyas a nadie. Y eso es tan bonito como desolador. Porque quieres tanto a alguien como para no "preocuparle" con tus sombras, porque tu lucha es constante y solitaria. Eres muy perseverante en eso.


¿Y sabes qué?

     Que a veces pareces contradicción. Que eres frágil, pero cada pedacito tuyo es más fuerte y duro que el diamante.


¿Y sabes qué?

     Que hay cosas que no te he contado: Que he aplicado varias lecciones desde la primera vez que quedamos sin que hablásemos de eso. Me has ayudado en varias cosas sin siquiera haberlas dialogado contigo. Como te dije antes, eres más de lo que dices. Me siento cómoda y tranquila contigo. Siento que puedo bajar la guardia sin miedo. Y eso no me había pasado antes, ojito. Y espero que esto de que un día aparecieras por casualidad no tenga fecha de caducidad. Que contigo soy transparente, no tengo secretos; si me preguntases podría contarte cualquier cosa sin filtros, sin medias verdades, y, lo más importante, sin arrepentirme de habértelo contado luego. Y me asusta todo esto porque es nuevo para mí y por lo que pueda pasar, pero a su vez estoy tranquila. Esa es la confianza que me transmites. Creo que eres inalcanzable para quien en realidad no se quiere molestar en ti. No todos están a tu altura, Capitán. Creo y confío en ti, mucho. Tengo esa sensación de saber que puedo confiar, sin saber porqué, pero quiero seguir haciéndolo. Tienes mucho que decir y que ofrecer, pero no está hecha la miel para la boca del burro. Aun así, no dejes de hacerlo. No te frenes, no te rindas. No estás solo.

     Podría decirte que la vida te debe muchas sonrisas, pero no, a ti lo que te deben son momentos a carcajadas limpias y gente que te valore tal y como eres, con tus luces y sombras y que no quieran cambiarte. ¿Eres consciente de todo los principios inalterables que tienes? Eres genial tal y como eres. Te admiro en diferentes facetas, aunque eso ya lo sabes. Roto o entero, estoy muy orgullosa de ti y de la persona en la que te has convertido. Eres fuerte, valiente e inteligente. Eres un ejemplo a seguir. Sé que llegarás lejos, no tengo dudas. Feliz cumpleaños, capitán.

18 mayo 2021

MI PRESENTE NO ES PASADO PISADO.



     Tengo algo que contarte...

     Todo el mundo se empeña en que te deje en mi pasado cuando todo lo que quiero es que estés y seas mi presente más presente que nunca. Porque cada segundo que pasa más me haces falta. Te necesito en mi aquí y en mi ahora. Eres el dónde, el cuándo, el por quién y el motivo por el cual yo avanzo todos los días. Eres mis fuerzas y mis ganas. Eres el hombre de mi vida y mi mayor orgullo. Eres mi brújula, porque cuando más perdida me siento más me ayudas a encontrar el camino correcto. Y... ¿sabes qué? Que allá donde vaya te llevo conmigo. Y siempre me arrepentiré de no haber aprovechado más el tiempo contigo, aunque una eternidad será demasiado poco tiempo. Me faltarían vivir incontables vidas para que yo no quisiese tenerte en algunas de ellas. Porque no podría vivir sin ti. ¿Cómo hacerlo si mi vida eres tú? Ojalá volver al día en que te conocí.

     Te debo muchísimas conversaciones últimamente porque me da miedo que las tengamos por si fueran limitadas y pudieras (des)gastarte. Quiero tenerte todo el tiempo que pueda con la máxima intensidad. Me dijeron que algún día terminarás yéndote de mi lado, que dejaré de soñar contigo y que podré pasar los días, semanas, meses y años sin pensar en ti, que a fin de cuestas e(re)s cuestión de tiempo. JODER, QUE NO. NO QUIERO ESO. Lo que quiero es llevarte por bandera en cada paso que dé. Que sé a ciencia cierta que tú moverías cielo y tierra por encontrarme, pero es que ahora soy yo la que no quiero mover ni un solo átomo de mi cuerpo si no es contigo de la mano. Que no entienden que me duele cada segundo que no estamos juntos. Que sigo echando de menos tus conversaciones llenas de inteligencia. Que no sé hacer de tripas corazón cuando se trata de ti. Yo ya no quiero empezar de cero si en ningún comienzo estás tú. Me acariciaste las manos, la cara y el alma de una manera que nadie más me supo hacer. Prefiero estar en esta "cárcel" que asimilar tu ausencia. Porque de la cárcel acabaré saliendo, de tu ausencia no.

     También me dijeron que tirase tus fotos para no tenerte tan a la vista, pero es que es observarlas y... jamás lo haré, ni aunque recuerde viejas secuelas, ni aunque te cueles como agua entre mis grietas inundándome, ni aunque me paralice el alma. Y a pesar de que ahora mi interior son heridas abiertas que no dejan de recibir sal cuando le hablo de ti a alguien que no ha perdido a la persona que más ha querido y que más le ha querido, que no ha perdido a la persona que le llevase a lo más alto hasta asustarse de la impresión.

     Tengo mariposas que ahora son serpientes cada vez que me recuerda que este "hasta luego" es un "hasta nunca" porque dicen que no vas a volver. ¿Qué demonios saben ellos de las conversaciones, los abrazos y los besos que tenemos casi todas las noches? ¿Qué demonios saben ellos de nuestros "te quiero" y de nuestros "te echo de menos"? ¿Qué demonios saben ellos de lo que me haces sentir y de lo que me guías cuando me pierdo? ¿Qué demonios saben ellos de que eres el único que está siempre incluso cuando no estoy ni yo? ¿Qué demonios saben de aguantar el dolor cuando no te han vivido? ¿Qué demonios saben ellos de... ti y de nosotros? Que si me imagino un futuro tú sigues estando en él. Y que me dejen de cuentos, que yo estoy muy bien sin esas personas "cuerdas". Que les den fuerte, que aunque las noches sean grises... se colorean cuando te pienso y/o nos vemos en sueños.

     Y ahora no sé qué haría si te volvería a conocer sabiendo que me faltarás tan pronto o si te evitaría para no encontrarme con este desastre que nunca debió suceder. Pero es que lo complicado engancha y lo bonito tiene un fin. Y no seré capaz, jamás, de olvidarte en ninguna de las opciones cuando te pienso todas las noches y te lloro poco a poco (a veces mucho a mucho). Nunca te dejaré ir ni aprenderé a hacerlo. Prefiero tenerte a vivir, morir a tener que vivir sin ti. Que quiero volver a lo de antes, a presumirte, a mirarte... Seguiré esperando tu respuesta a sabiendas de que esta esperanza no sea buena, aunque sí es una buena excusa para no creer que es el final. Pero aquí estoy, aferrada a la idea de que nunca me sueltes de la mano sin que te sientas obligado ni yo te parezca una egoísta por quererte conmigo constantemente.

     Si tú estuvieras en mi piel y sintieras unos pasos que no ves o si tan solo supieras el miedo que me da cuando llega la noche y que sea yo la que está llorando hasta acabar temblando... Aun así, no me iré de tu vera. Porque pienso que no hay mejor abrigo que tú para esta piel. Y supongo que así es la vida y que seguiré extrañándote aunque tú no quieras saber de mí esas temporadas en las que no nos vemos. Pero no me va a ir mejor sabiendo que no te volveré a ver en vida. Y me sigo quedando contigo aunque me hagas daño y no sonría cuando tu ausencia me pesa tanto. Tú jamás morirás del todo mientras yo exista. Ya no es lo mismo, estoy más triste y ahora no me gusta celebrar mi cumpleaños ni fiestas (a las que iba porque estabas tú) sigo aquí conviviendo con tanto daño. Y no me arrepiento ni un segundo que haya invertido en ti aunque ya no note el paso del tiempo. Y que por muy lejos que te encuentres... yo siempre te tengo aquí. Porque estás aquí, conmigo. Porque estoy aquí, contigo. Que quiero que pienses que con solo verte me pongo contenta y y me apetece que me respondas cosas sobre ti aunque ya las sepa. Cuéntame tu vida, tus penas, tus alegrías cuando quieras, prometo estar atenta. Cada vez que estoy contigo me planteo si es real o estoy soñando. Puede que algún día no te encuentre y entonces la casa estará vacía, y yo también, pero no hay nada más bonito que ese abrazo nuestro que borra el pasado de golpe cuando todo va mal.

     Supongo que nunca supe explicarte que me moría sin ti, y que era (y soy) feliz contigo. Eres mi abrigo y refugio. ¿Y si me vino grande tu alegría? Pero si te (ad)miraba de reojo como a un dios y ahora lo que veo son tus fotos. Después de conocerte... ¿Dónde quieres que vaya ahora si el único sitio que me hacía feliz eran tus abrazos? Yo quería recorrer el mundo contigo, pero solo soy una niña de campo a la que le queda grande los surcos de tu vida. Contigo era yo sin complejos y creía en ti mucho más que en mí. Que no había un tú sin un yo, ni un yo sin un tí. Era un nosotros. Que estoy rota en pedacitos aunque me vean completa. La verdad es que de esto he aprendido que un corazón, aunque viva en la Antártida no se congela, puede seguir siendo fuego. O igual soy yo, que me he vuelto un defecto de fábrica y en esta cabecita loca está deformada la realidad contra la que lucha por amor a esa felicidad. Y es en ese instante cuando me siento bien, lo tengo claro como una fuerza que te da alas, como estar viva cuando "solo respirando" es mi mood diario. Y además, tu compañía me sigue pareciendo casi un milagro. Que aunque te hayas despedido quieras hablar conmigo, ayudarme, aconsejarme... Y es ahí donde me doy cuenta de que tengo razón al decirte que te necesito más de lo que pienso. Con tus encuentros es cuando más normal me siento, aunque sea por unos minutitos. Y es ahí donde puedo con todo y soy capaz de apartar mis tormentas para dejar ver unos rayos de sol.

     Me dijeron que ser fuerte es esconder tus sentimientos. Entonces soy una cobardica de pandereta. No pienso esconder todo esto que he estado fingiendo que ni tengo ni siento. Se acabó el vivirlos en silencio para que nadie los vea. Se acabó el camuflar mis complejos con falsas sonrisas que no llevan a ninguna parte. Se acabó el negar mis miedos como si no tuvieran que ver conmigo de una forma insana. Son éstos los quienes me definen, incluso más que mi valentía. Me aterra la idea de hacerle daño a las personas que quiero y es por eso que siempre me he movido entre las sombras a sabiendas de que soy luz. Y me avergüenzo de no ser capaz de lidiar con mi caos sintiéndome menos un fraude aunque me halaguen por algo. Miedo a que descubran que todo eso que creen bueno de mí no es cierto, que sólo soy descomponiéndome a cachitos. Ahora los acepto y me los quedo porque a fin de cuentas son ellos los que me hacen mover el culo para cumplir mis sueños. Son por ellos por lo que yo te sueño. Piénsalo. Seguramente si no tuviera miedo a perderte no te buscaría ni en contraría en cada esquina, en cada emoción, en cada instante, en cada persona... Ayer no pude porque el miedo me hundía cuando creía que me abrazaba. Hoy sí que puedo con ellos. Hoy huyen cuando ven que sufro sin rendirme.

     Antes me imaginaba que la definición de guerrera me definía y... qué ilusa. Nadie que se rinda puede llamarse guerrero/a. Y prefiero no serlo, porque huiré de cualquier enfrentamiento contra ti o contra cualquier cosa que ponga distancia de alguna forma entre nosotros. Me rendí hace mucho tiempo, a pesar de ahora ya no, no se puede ser una guerrera a ratos. O se es siempre o nunca. No hay términos medios. Sé que tarde o temprano la cabeza me volverá a fallar, me volverá a traicionar y caeré. No tengo derecho a llamarme guerrera, porque volveré a caer.


     PERO AHORA...

"Déjame llorar al menos antes de saltar

del abismo que produce imaginarme que no volverás.

Déjame llorar, te he dicho.

Es como si alguien muere, pero no hay cuerpo ni hay nicho

porque está vivo y se ha ido porque ha querido,

pero tienes que echarlo de menos como a un fallecido."

Ambkor.



08 marzo 2021

POLOS OPUESTOS.


     Y aparece un chico, así, sin venir a cuento, para ponerle la vida amorosa patas arriba a una chica. Sólo necesita un trozo de papel con cuatro frases cortas. 


Él viene del caos emocional,

ella del creerse que se merece todo lo malo que le ocurre.

Él se respeta,

ella se detesta.

Él bebe té,

ella café.

Él es una joya preciosa,

ella un diamante en bruto.

Él es el sol,

ella la luna.

Él es desierto,

ella océano.

Él es atascado,

ella manipulable.

Él conoce lo insano de las personas,

ella no quiere saber nada de nadie.

Él se queda con quienes le enseñan a vivir,

ella a menudo quiere tirarlo todo por la borda.

Él sonríe por las mañanas cuando se despierta,

ella llora porque no desea que el día comience.

Él busca motivos,

a ella le sobran excusas.

Él es fuego,

ella hielo.

A él le gusta la fama,

a ella pasar desapercibida.

Él lo tiene claro,

ella muchos pájaros en la cabeza.

Él confía en sí mismo,

ella duda de todo.

Él odia las despedidas,

ella adora las bienvenidas.

Él se aferra a un clavo ardiendo,

ella lo sumerge en hielo.

Él tiene la tranquilidad de las nubes de días soleados.

ella la impulsividad de sus tormentas de noches tenebrosas.

Él tiene semblante frío, pero es de corazón caliente,

ella tiene un corazón roto, pero es de semblante cálido.

Él tiene un carácter muy fuerte,

ella muy mala leche.

Él es sensible,

ella empática.

Él es paciente,

ella impaciente.

Él es escéptico,

ella incertidumbre.

Él suma,

Ella resta.

     Él ve en ella a alguien fuerte, que no esconde sus emociones, que es independiente, que se desprende de aquello que le hiere, que resetea cada vez que le es necesario, que se lo cuestiona todo hasta el final y que por mucho que le cueste iniciar sus días... siempre anochece.

 Ella ve en él a alguien valiente, íntegro, difícil de doblegar frente a lo que considera relevante, 

que es protector con los suyos, que se reserva lo que le duele por no hacer daño ni molestar a su gente, que se vuelca en saber qué les preocupa y qué les falta a los de su entorno más cercano, que es querido tanto y tan bien como quiere, que no deja que su pasado le atormente más de lo estrictamente necesario y que por muy largas que sean sus noches... siempre amanece.

Él cree que la ama porque es contraria a él,

   ella cree que lo ama porque es contrario a ella.

   Él se encuentra un libro a medio leer con una nota que le hace darse cuenta de lo que realmente son ellos dos. No tiene el valor de dársela en mano, así que le hace una foto y se la envía a ella, así, sin añadir nada más. Tal y como él la descubre.

     Ella se lamenta porque piensa que él no la va a querer nunca y su sentencia final (y primera) suele ser: ¡por favor, siendo tan diferentes... ¿cómo va alguien COMO ÉL a estar conmigo?! Escucha que ha recibido un mensaje en el móvil, pero no está de ánimo y no le hace caso. Se tapa hasta la coronilla con fuerza y se hace bolita. Cuando nota que le falta el aire, estira los brazos para quitarse las mantas de encima de un plumazo. Al final decide coger el móvil y ver qué odioso mensaje de publicidad le acaba de llegar, porque pensar en que sea de él... NO es una opción factible. Su “publicidad” era una foto de él en la que pone lo siguiente:


LOS POLOS OPUESTOS NO SE ATRAEN.

TE ENAMORAS DE LO IGUAL A TI.

AMAS LO QUE QUIERES VER EN TI.

ADMIRAS DE ÉL LO QUE TIENES OCULTO EN TI.


     Aquí no hablo de dos personas, pero sí de polos opuestos. Se puede decir que ella es la parte blanca y él la parte negra de un mismo todo, de un mismo ying-yang. Sea como sea, tienen atracción mutua porque se complementan, no porque sean polos opuestos. Lo que les une es que encajan a la perfección, con sus fallos, sus virtudes... Porque la luz no existe sin oscuridad. Porque no apreciamos la oscuridad sin luz. Lo mismo ocurre con la soledad y la compañía, la salud y la enfermedad, el jamás y el siempre, la fuerza y la debilidad, la locura y la cordura, etc. Dudo mucho que queramos cerca algo que de verdad odiemos tanto como para ser nuestro contrario.

28 febrero 2021

¿COMPENSA?



      Qué irónica es la vida a veces, ¿no? Te mete a quien se le antoja hasta las entrañas y cuando por fin te entregas a esa persona al 200% y le brindas lo mejor de ti, te lo quita de una manera u otra, como un apósito que tienes que arrancarte del tirón. Porque si vas quitándotelo de poquito en poquito tardas una eternidad (aparte de correr el riesgo de no querer deshacerte de él nunca) y encima sufres casi más tiempo pensando que: "uf, lo que me va a doler cuando tire." Total, que alguna ocasión que otra acabas poniendo un escudo para que nada te toque ahí, que ni siquiera sea capaz de rozártelo, aún menos de moverlo un sólo ápice.

     ¿Compensa en realidad sufrir un pelín menos intenso, pero durante más tiempo por no terminar de desprenderte de nada ni de nadie?

     ¿Compensa en realidad deshacerse del apósito de golpe y porrazo sabiendo que es algo que te va a crujir vivo y que bajo ningún concepto volverá a tu vida?

     ¿Qué es lo que compensa en realidad?

     Con ellos pasó algo diferente. Él te arrancó de su vida como quien se quita una pelusilla de la ropa. Tú tirabas de aquel apósito un milímetro y volvías a pegar bien 4 milímetros. Hiciste todo lo posible para que se quedara, y volviera. Cuando echaste cuenta él ya no tenía cicatriz ni tan solo una rozadura. Se ha evaporado como si todo lo que tuvo contigo jamás hubiese existido. Eso fue añadir más sal a tu herida.

     ¡Claro que compensó esa herida! No por lo sufrido, sino por todo lo bonito que tuvísteis antes de que lo malo apareciese. Él estuvo cuando empezaste a desconfiar de tus amigas, cuando tus padres se estaban divorciando, cuando eras una cría y no eras capaz de soportar la vida y te autolesionabas como vía de escape (no para "llamar la atención", como muchos piensan, sino porque porque esos segundos de dolor físico te hacían menos daño que lo que llevabas por dentro), en tus malos días, en tus anhelos. ¿Te recuerdo cierta piedrecita verde con la que te rasgabas? Cuando le mostraste tus brazos y se la enseñaste, porque te lo pidió. Se la quedó. Y cuando salísteis a la calle, la tiró con mucha fuerza y rabia para que te deshicieras de lo que te atormentaba, como él se libró de tu afilada piedra. Se quedó cuando nadie más lo hizo, le dio sentido a tu vida y también las ganas de vivir. Él era, entonces, todo lo que tenías. Lo hizo a esa manera tan suya, pero lo hizo. Con él sólo querías ser feliz y no perfecta, es lo mejor que te dio.

     Desde esa tarde de verano hasta aquella noche de Navidad confiaste en él a tontas y a ciegas. Desde el minuto uno, hasta bastante después de que rompiérais. Luego te empezaron a contar cosas que hacía cuando estábais juntos y... lo que ocurrió fue que se pasó 7 pueblos. Lo curioso fue que supiste más de la persona que te contó "el chisme" que de su estupidez. Que sí, que estuvo horrible por su parte, pero te dijo en quién no confiar. A día de hoy sigues respetando aquella decisión que tomaste. Te has librado de muchos altercados por el camino. También te hizo desconfiar más de la cuenta de la gente que te rodeaba en esa época. Y ojo, que no te lo digo como algo negativo. Eso te hizo aprender mucho de ti y de las personas que vinieron detrás. Lo que sí te digo como algo negativo es que aquello dio pie a tu estado de alerta constante. Y... ¿sabes qué? Que esto dice mucho de ti. Y antes de proseguir, he de mencionarte que estoy muy orgullosa, porque después de esta tormenta, si te lo cruzases... sé que lo primero que le dirías es un "gracias por tanto" (bueno y malo). Aunque ahora no le quieras en tu vida, sé que te gustaría saber de él y mantener una conversación bastante larga, concisa y contundente después de la que probablemente acabarías con los ojitos llenos de lágrimas. Pero te es rotundamente necesario tenerla para cerrar al 100% esa etapa y descubrir hasta qué punto fueron verdad o mentira aquellos años juntos. Ése es el verdadero "pasar página" que necesitas para dar cabida no a otro capítulo, si no a otro libro. Ya hace casi 15 años desde que te dijo que quería envejecer contigo, y ahora camina recto, sin ti, y ya va bien lejos. Era todo lo que querías y ahora mírate. Miraos. Habéis pasado de regalaros abrazos eternos a daros la espalda. Vuelves a recordar lo que vivísteis y... en fin. Lo peor es que piensas que, a pesar de darle todo lo que tenías, no fue suficiente y que le fallaste. Ya hace casi 15 años de aquello y no fue hasta hace unas semanas que pudiste tirar el regalo que te dio y que te dijo que era de su madre. Hace casi 15 y aún te sigues acordando de él y teniendo curiosidad por cómo le va. Y no tengo pruebas ni dudas de que si pudieras ayudarle en algo ahora mismo... lo harías. Lo harías por el simple hecho de que, pese a su cagada, aún te sientes en deuda con aquel moreno de ojos color café. Hasta incluso a veces creo que te llegas(te) a sentir un poco bastante culpable de algo que se me escapa. No hay maldad alguna en ti y ese es tu peor defecto. Y el que no hayas aprendido a despedirte... no ayuda nada. El daño ya está hecho. Y las personas que vengan tendrán que aceptarlo.

     Y es ahí donde hubo una derrota que cogiste para convertir en victoria.

     COMPENSA.

18 febrero 2021

NO ES QUE YO SEA "DEMASIADO" BUENA, ES QUE TÚ ERES IDIOTA.

 

Soy de ese tipo de personas a las que les dicen que son “demasiado pacientes/buenas”. Y odio que me comenten eso como si fuera algo horrible. Casi tanto como si hubiera matado a alguien. Y no. No a todo. NUNCA SE ES DEMASIADO BUENA PERSONA, HOSTIAS. Hay dos cosas que me gustan de ser así:

     - Lo primero positivo de ser personas tan pacientes y buenas es que, cuando nos vamos, no hay vuelta atrás. Es muy raro que cambiemos de idea. Y si alguna vez cambiamos de opinión (que ya digo yo que no suele suceder) es porque el corazón pesa y tira más que lo cabezones que somos. Eso sí, jamás nada será como antes, estaremos en estado de alerta e inconscientemente iremos buscando errores que nos den la razón de porqué nos “distanciamos” la primera vez. Y entonces aquí nos vamos, sin mirar atrás y sin titubeos. He de decir que para alcanzar esos límites nuestros egos y corazones han tenido que pasar por muchas idas y venidas, estacadas y mucho autocastigo interno y que nosotros no solemos manifestar y a los que le restamos importancia pensando que “habrá sido sin querer” o que “eso soy yo, que soy una dramas y lo estoy exagerando” o que “tampoco es tan relevante como para darle bola a esto” o también que “igual esto es por mi culpa, porque yo hace (mucho) tiempo hice o dije X cosa”. Un cojón. Nos culpabilizamos mucho por cosas que no nos corresponden. Dejamos que se nos caiga el corazón a trozos, que se nos haga añicos, pero hay una frontera que no cruzaremos jamás y que aunque en algún momento nos lleguemos a querer muy poco, nunca nos destruirán. Y menos mal que tenemos esa barrera blindada, porque si no yo sería un despojo humano y harían conmigo todo lo que quisieran, hasta quien no me conoce. Con cada ida y venida vamos poniendo la barrera un poquitín más arriba. Lo que significa que la siguiente persona que venga (sea de amistad, de relación, de compañero de trabajo, sea del tipo que sea) va a pagar las consecuencias. Porque ocurren dos cosas importantes: una es la que acabo de comentar, esa barrera que está abajo, pero que va subiendo; la otra es una coraza que tenemos todos a la que no cualquiera puede atravesar. Al principio era inexistente, algunos locos en algún momento ni la tuvimos, pero ahora la hay, ¡y vaya si la hay! Con cada golpe vamos fortaleciendo esa coraza de manera sobrehumana. Creamos dificultades en contra de aquel que intenta romperla para luego hacernos añicos. Porque hay muy pocas personas que se quedan cuando conocen a nuestro Austros, a nuestros demonios, a nuestras inseguridades, debilidades y que nos curan heridas a las que seguimos echándole sal cuando no nos la echan otros. Cuando llegas hasta ese epicentro de alguien, tu reacción es determinante. Al mínimo error que cometas... estás fuera. Con eso no se tontea, no cuando se ha sufrido antes tanto. Hay cosas que se deben cuidar, mimar y proteger. Y están mucho más allá de tus narices y de tu propio beneficio. Esas mismas cosas se hacen sin interés, sin buscar recompensa ni a traición. Tampoco se guardan para, en determinadas circunstancias, aprovecharlas y luego lanzárselas a la cara como una bomba. No. Las cosas no funcionan así.

     - Lo segundo positivo es la manera de irnos de las personas en las que en un momento decidimos quedarnos. Una ventaja que tenemos, o al menos yo lo creo así, es que cuando vemos que no hacemos falta, que no somos necesarios, que estorbamos, o que solo estamos ahí para sufrir... nos largamos. Y nos marchamos de la misma forma en la que aparecimos: sin hacer ruido y sin hacer daño. Porque si decidimos estar, a sabiendas de conocer sus tormentas, fue para cuidarles. Porque nos importan esas personas y por el respeto que le tenemos, no usaremos jamás algo que sabemos que les jode por dentro en su contra. Eso es de ser alguien muy rastrero. A pesar de todo el daño que puedan habernos hecho, a pesar de todo el tiempo que haya pasado. Lo que ocurrió en esa relación, se queda en esa relación. No está entre nuestros planes hacer daño a conciencia y menos gratuitamente. De eso ya se encarga el karma, si es que existe. Nuestra prioridad es hacerles el bien lo mejor que podamos y sepamos. Si no cumplimos esa función, o si el llevarla a cabo está cruzando nuestras barreras, o si el sacrificio que estuvimos haciendo no compensa, nos largamos. ¿Y sabes lo gracioso? No es que nos vayamos por donde mismo vinimos... es que esas personas se encargaron de poner todos y cada uno de los granitos de arena para que terminase apareciendo un camino. Lo que no saben nunca es que cuando eso llega somos nosotros los que tienen las astillas de madera para construir una puerta y el suficiente hierro para su cerrojo. Forjamos con el fuego de las lágrimas de dolor que en su momento nos provocaron una llave que la cierra para siempre. Ahí jamás habrá vuelta atrás.

     ¿Alguna vez os habéis planteado cuánto de mierda de persona hay que ser para que las que somos así conozcamos nuestros límites de “uy, pues al final va a ser que no somos tan pacientes como dice la gente”? Porque también nos cansamos de tirar la toalla. Esto que pasa con las parejas es aplicable a todas las relaciones: “Una novia dura un tiempo, una ex toda la vida” (como escuché en una canción). Un examigo también lo será siempre. Y quienes vengan después tendrán que afilar más las garras y ser estrategas natos para desmontar nuestra coraza. Cuando lo consigan se habrán ganado el cielo con nosotros. Es algo incondicional. No hay medias tintas. O estás hasta el final o no estás nunca. Es simple, muy simple.

     Hoy le digo a esa gentuza que piensa que las personas son "demasiado" buenas, que se vayan a tomar por culo. Y con eso me incluyo. Porque cuando era una adolescente justificaba el que me pasasen "cosas malas a mí" porque era demasiado buena. Y por supuestísimo que no era así. Era yo que estaba rodeada de gente tóxica. Ahora soy yo la que sigue estando aquí para mí. Ellos no. Y estoy muy bien sin ellos. Ahora les doy las gracias por echarme de sus vidas, por dejarme marchar. Y eso es una sentencia final. Ni yo volveré a sus vidas ni ellos a las mías. Estoy muy orgullosa de mí por eso. He conseguido recordar todo aquello sin un ápice de culpabilidad. Y no sabéis lo bien que sienta. Ni me hacen falta ni les hago falta. Lo mejor de todo esto es que nadie más me hará lo que ya me hicieron una vez. Ahora, a la mínima de cambio, les saco la misma puerta, con la misma llave que por primera vez usé. Sólo cambia la estética de la puerta, la esencia de la primera sigue siendo inquebrantable. Ya no tengo la mente en ese pasado. Ahora llevo tacones y estoy haciendo que mis pasos suenen. Cenicienta no es lo que y quien le dejan ser. Hoy es esa que quiere ser y que mejora para lo que quiere llegar a ser con sus puertas y heridas del pasado, ahora es más fuerte que nunca.


16 enero 2021

Eres la pieza que me falta.

 


     Siempre fracasé en el amor y por eso un día me prometí en lo más profundo de mi persona que despertaría cuando alguien me enseñase a amar. Y eso pasó. Que cuando andaba perdida te vi y desperté. Y ahora que estás aquí... voy a contarte algo. Préstame atención, por favor. 

     ¿Para qué quiero 7 vidas si yo sólo soy feliz en la que tú estás? Que he empezado a vivir la vida cuando tú apareciste. Hasta le tengo ganas. Tú me aportas valor con confianza y sin cuestionar(me) nada. Eres mis ganas de (querer) ser más fuerte. 

Y claro que te quiero, pero estoy rota.
Y tú no te mereces que alguien te quiera con el corazón hecho trizas.
Y me asusta que pueda perderte.
Y me muero si no estamos juntos, codo con codo.
Y contigo...
     mis sueños ya firmaron un siempre.
     aguanto el tipo.
     me siento en paz conmigo misma.
     no importa qué hagamos siempre que sea juntos.
     da igual cualquier bache.
     tengo el futuro en la punta de tus dedos, en la esquina de tus labios y en el filo de tu lengua.
     no quiero que perdamos el tiempo.
     no pierdo el tiempo y tú tampoco estás para que te hagan perderlo.
     quiero descubrirlo todo.
     que le jodan al resto.
     me valoro.
     no tengo miedo de planear en medio de cualquier contratiempo.
     no tengo miedo de surcar los mares aunque no nos vaya el viento en popa.
     el cielo entero es nuestro.
     
     Te prometo que no saldré corriendo cuando vengan mil tormentas. Ni cuando sean 100.000. Ni aunque sean infinitas. Estaré aquí hasta que quieras que esté. Incluso cuando no, también. Haré lo posible porque seamos 2. Tú y yo no somos 1, somos 1+1 queriendo estar juntos que se complementan a la perfección, como en un puzzle. Tú eres la última pieza. La que por muchas piezas que hayan siempre hará falta, la que por muchas que hayan no hay otra como tú, la que si no está deja un vacío enorme, la que sin ti mi puzzle jamás estará completo. Que no me valen piezas de otros rompecabezas aunque sean iguales. Que eres tú, que no hay otra. Tú no eres ni un juego ni mi pasatiempo favorito, pero sí mi pensamiento día y noche. Que prefiero estar en tus peores noches a que me des los buenos días. Eres de los que dejan huella y por la que me has dejado ya te debo casi la vida. Y si no me crees... mírame cuando miro nuestras fotos. ¿Crees que estos ojitos son capaces de mentir cuando estando contigo son los más felices que han pisado el planeta Tierra? Tú has hecho lo que nadie más ha hecho por mí. 

     Y desperté: 

     ¿Quién eres? ¿Este sueño ha sido real? Porque me estoy volviendo majareta al tener la sensación de que te volveré a ver. Seas quien seas, hasta siempre. Nos vemos pronto, espero. 

     Y volví a despertar, esta vez de verdad. Me desperté aturdida, con un fuerte dolor de cabeza y una horrible presión en la parte delantera de la sien. Estaba tan confundida que no distinguía qué había sido real y qué no. Lo peor es que un puto "¿quién eres? Me va a estar taladrando la perola todo el santo día. Varios incluso. Y cuando esté tranquila y todo el calma volverá a aparecer como lo hace ese amigo que llevas años sin ver, pero te da alegría y nostalgia aunque en ese momento no te venga bien. Pues más de lo mismo. Apuesto que cuando no me acuerde de él, se hará presente porque sabe que le llevo en las entrañas. Y que aunque haga como que no existe... sabe que le llevo dentro, muy dentro. Y que está deseando que nos encontremos.
    


15 noviembre 2020

Quisimos volar tan alto y tan rápido que no tuvimos en cuenta los daños del impacto.

     Si algo he aprendido hasta en las entrañas es que hasta lo más dulce se puede volver amargo. Ahora mírame a la cara y dime que nada ha cambiado. ¿Qué hay de la vida que me quitaste? Pídeme de todo, menos que no (te) llore. Sentí tanto frío cuando me dijeron que te habías ido que envasé el corazón al vacío. Después, comenzó a arder todo lo que un día fui(mos). Eres esa herida abierta camuflada en cicatriz que no se ve pero que duele cada vez que se recuerda y que mezcla odio con amor. Eres la pérdida que más ansiedad me da y hay heridas que no voy a poder curar nunca y tampoco sé si quiero sanarlas si el precio a pagar es perderte de mi presente. Bueno, sí, sí lo sé. NO QUIERO. Eres lo que me hace continuar, la verdad. Que por mucho que me joda... ¿a quién pretendo engañar? Me enganché al Orfidal en contra de mi voluntad porque la bestia no es bella cuando bella ya no está. También he estado buscando estrellas fugaces, la más fugaz de todas ellas, por si de una vez por todas me cumple el puto deseo de que vuelvas conmigo, con. No te mentí cuando te escribí llorando que te quería con mi vida. Supongo que a final de cuentas me faltó sangre fría por pensar que yo era tuya sin saber si tú eras mío. A veces pienso que yo no soy para tanto con lo tonta que soy, con lo fácil que me rompo y más cuando me encierro a escribir estas mierdas en mi cuarto...

     Quisimos volar tan alto y tan rápido que no tuvimos en cuenta los daños del impacto. Me estoy reventando la cara y el cora sin saber lo que valgo. Y maldita la hora en que me enseñaste a amar. Has dejado una huella que nunca me podré arrancar y menos si eso significa que tendré menos de ti conmigo. Me niego rotundamente. Que soy más feliz en una vida contigo que 100.000 sin ti. Y si es verdad que existe la casualidad en otra vida nos podremos encontrar de nuevo. Me sigues haciendo falta.

     Quise ser la mejor para ti a pesar de que no encontré la manera te juro que lo sigo intentando. Te juro que lo estoy intentando con todas mis fuerzas. JODER, ¿PERO PARA QUÉ MIERDA TE VAS? ¡YO NO TENDRÍA QUE ESTAR ESCRIBIÉNDOTE ESTO A TI! A saber si algún día leerás todas palabras que plasmo aquí por y para ti.

     ¿Quién coño dijo que a un corazón roto hecho añicos sólo podía curarlo el tiempo. Mis cojones. A mí que ese personaje te traiga de vuelta a ti y que se quede con todo el tiempo que me pertenezca y que desee. Si te vieras desde mis ojos comprenderías cada una de estas palabras. Sólo con mirarte ya me siento tan bien...

     ¿Esta noche pasarás a visitarme, papá? Te quiero.



Tú me enseñaste - Ambkor.

16 agosto 2020

Complicidad.

 


     Echo en falta que ya no nos den las tantas jugando a las cartas tú y yo solos hasta que nos daba frío, hasta que se nos aparecían las estrellas fugaces y yo les pedía a cada una de ellas 3 veces más ratitos contigo. Porque decían por ahí que para que se te cumpliera el deseo cuando vieses una estrella fugaz tenías que pedírselo 3 veces antes de que desapareciera. Supongo que nunca lo hice a tiempo porque no es que no me hayan dado más tiempo contigo, es que me lo han arrancado de cuajo. Y yo ya no puedo salvarme pero sí que empiezo a odiarme por haberlo hecho siempre a destiempo. Me cambiaron tus abrazos por miedos irracionales de tus recuerdos. Solo me queda poco más que el ego de una puta cobarde sin temores de nuevos rechazos. Ya no me pueden partir más de lo que estoy rota y me rompo yo sola por dentro. Yéndote tú me quedé sin nadie y sin nada. Completamente vacía. Me he perdido mil veces por nunca dejarte ir. Me he perdido mil veces por quererte a ti mucho más que a mí.


     Te debo tanto tiempo... Me debes tanto tiempo... Sobre todo se lo debes a él. Le aboliste toda una vida contigo.


     Quiero volver a aquella época a en la que arreglábamos cosas juntos, nos reíamos por nada y por todo, buscábamos la manera de estar pegados el uno con el otro. Por ti hacía cosas que por mí no hice jamás, me confiabas todas tus contraseñas que nunca usé si no eran contigo delante, te molestaba en tus siestas cuando quería que te despertases pronto para ir antes al lugar que me has dicho que iríamos cuando te levantases, que improvisemos más recetas... Ojalá me llames aunque sea para gritar y colgarme. 


     Ojalá tú pudieras visitarme, o yo volver a nuestro ayer y solo verte otra vez. No necesito hablar, solo verte otra vez. Solo una vez más...


     Tengo tus camisas, tus calzados y todos tus regalos guardados intactos como la última vez que los usé contigo. Siguen oliendo a ti. Spotify a veces me salta con las canciones que me cantabas cuando era pequeña, bueno... y no tan pequeña. ¿A quién llamo yo “papá” ahora? Mis pasos ya no me llevan a Roma aunque yo siga en ruinas.


     Y es que no sé cómo explicarte que soy un vacío lleno de tus recuerdos. No sé cómo explicarte que te adoraba hasta cuando me regañabas, tus despistes y cabezonerías que he heredado de ti, tus medias sonrisas cuando intentabas sermonearme por algo que en el fondo te hacía gracia. Y es que no sé cómo explicarte ese momento en que nos mirábamos y de nosotros solo salía complicidad que acababa en un ataque de risa. Terminábamos a carcajadas limpias con el pulmón bien abierto. Y es que no sé cómo explicarte ese momento en el que corres sin miedo hacías tus metas contagiándonos al resto con ellas. 


     Lo que daría ahora por limpiar contigo la casa, tú estas habitaciones  y yo estas otras. Las carreras para ver quién las finalizaba antes, pero bien hecho. El uno inspeccionaba la limpieza del otro. Y lo hacíamos rápido para hacer otras cosas juntos. Y eso para mí era felicidad. Tú me hacías y me haces feliz. Nos complementábamos.


     Eso es conectar mucho, bien y sano con alguien. Y me parece básico, pero desde que te fuiste, nunca lo sentí otra vez porque siempre te quise más a ti que a mí. Y aún te quiero más que al aire que respiro. 


     Tengo el corazón llorándote y al alma sigue sin el valor de ir a ver tu tumba. A veces te me apareces y es en tu voz donde habla la sabiduría que me da algo que nunca he olvidado: tu cariño. Compongo estos textos para ti mientras a mí me descomponen por no poder haberte dicho en tu despedida todo lo que no pude. A veces no quiero ser ni estar si sé que tú tampoco aunque te vea en todas partes. Dime dónde estás para ir a buscarte o cálmame este dolor que me atormenta cuando te sueño y me estalla cuando me despierto y no te encuentro. Dile a mi corazón que pueda dormir tranquilo porque no despedirme de ti me está matando. Me enterré cuando te lo hicieron a ti. Y no sé vivir sabiendo que no estás, pero te doy las gracias por haberme dejado ser tu hija. Bendita la hora en la que te conocí. Sacas lo mejor de mí aunque me partas los esquemas. Eres mi aire puro y mi calma. Todo lo haces fácil. Te quiero, allí donde estés. Eres infinito. Un abrazo y un beso eterno, papá.

     Aquí una canción que me cantabas cuando era pequeña y que recuerdo con especial nostalgia.

Celtas Cortos - Cuéntame un Cuento

06 abril 2020

Salto a ciegas.

     Es mortal pensar que la solución está en irme cada vez que tu ausencia me ataca y me devora. Me destroza. Contigo nada me parecía imposible. Yo he tenido siempre miedo a las alturas, pero estando tú no me daban vértigo alguno. Caminaba tranquila. Nunca te lo llegué a decir para que después no lo usaras para picarme. El asunto se puso serio cuando me llevaste al Pichirichi. No llegué a saber si lo sabías o en algún momento lo sospechaste, pero me pusiste a prueba. Me vi en una tesitura bestial. Sentí pánico. Al miedo de la altura se le sumaba el del mar. Que en sí no me daba miedo, pero sí su profundidad y lo que oculta ahí dentro. Me lo pensé mucho. Tenía tantas ganas de irme como de saltar. No por disfrutar del salto, si no solo para que estuvieras orgulloso de mí y pensaras que no era ninguna cobardica ni  una “cagandas”como decías. Tampoco me bastaba con hacerlo desde el nivel de altura pequeño ni el mediano. Tenía que hacerlo con el grande, como tú. Quería y quiero ser igual de fuerte y valiente que tú. ¿Tú saltabas desde el grande? Yo detrás. Porque cada paso que andabas me marcaba huella y  yo rehacía a rajatabla. Milímetro por milímetro. No creo en religiones, pero tus palabras van a misa. Sabías que titubeaba porque te daba temas de conversación para posponer este salto. A ver si te olvidaba o cambiabas de idea. Y de plan e iríamos a hacer alguna otra cosa. Ese intento fue en vano. Luego te vi sonreír a espera de mi salto nervioso y...

     Y salté, como era de esperar. Asustada viva, pero salté. Cogí carrerilla, impulso, aire, me apreté la nariz y cerré tan fuerte los ojos que creí que al abrirlos no se me despegarían los párpados después. Nada más despegar los pies del borde del precipicio noté cómo me caía la sudor por la frente. Esos pocos segundos en caer me parecieron eternos. Tiempo suficiente para pensar que el agua se había evaporado, que no estaba cayendo bien y que había más distancia, también pensé que había dado el salto demasiado corto y que estaba muy cerca de las rocas y que me iba a estampar contra ellas y le iba a joder la vida a mi padre por ello aunque tenía la certeza que se tiraría a sacarme de allí al instante.

     Finalmente caí al agua. El impacto fue tal que al intentar salir a flote sentía que me ahogaba, me pudo la angustia. Notaba que no tenía aire suficiente para llegar a la superficie. Otros segundos aún más largos. La bocanada de aire que cogí nada más asomar la cabeza se tuvo que escuchar hasta en la Conchinchina. Saludé a mi padre, el mismo que ya estaba saltando para caer a mi lado. Le busqué. Tardaba en salir, otra vez me pudo la angustia y sin dudarlo un nanosegundo me volví a sumergir para buscarle. Le vi y fui hacia él. Le di tal abrazo que nos echamos los dos a reír. Momento típico que se quiere alargar toda una vida más. Teniendo a ese hombre que tanto he admirado siempre, yo era  y soy más feliz que una perdiz.

     Salta por y con quien se merezca afrontar ese miedo. Atrévete.

     Aunque ahora camine con el corazón desequilibrado... seguiré intentando alcanzarte. Saltaré. Seguiré saltando hasta llegar a ti y hasta lo más alto y lo más profundo. Sabía que eras lo más importante y supe valorarte. No necesité perderte para saber que contigo era feliz. Lo que no sabía es que lo era taaaanto. Aunque 2 años después de tu partida siga bombeando lágrimas y no sangre... a veces creo que es mejor así. Y aunque a veces no me duerma por estar pensando en ti, por tenerte otro ratito más conmigo y me parta el corazón sé que tiene un fin y quiero postponerlo siempre que se trate de ti. Normal que me duelas tanto si te he llevado siempre en lo más profundo, más aún que el de aquel salto al “vacío” de aquella tarde y que volvimos a repetir bastantes veces más, hasta que nos fuimos. Cada salto iba con menos miedo. Al final le perdí el respeto a aquel borde y hasta adoptaba diferentes poses con las que caer al agua. Al final ya no me parecía tanta la altura y le perdí el respeto por completo.

     Y aunque te haya llorando más que a nadie y todavía siga con los ojos húmedos... me gusta sentir que estás conmigo. Yo no pasaré página en la puta vida, pero es que si eso significa dejar de estar contigo, no quiero hacerlo. Tonta de mí por creer en cuentos. Bonitos, pero efímeros.

     Y es que como dijo Haruki Murakami: “Si tú me recuerdas, no me importará que el resto del mundo me olvide.”  Ahora que “dicen que no estás” te ha tomado el relevo Álvaro. Ese hombrecito de 2 años con el que aprendo yo más de él que él de mí. Otro que ya me ha quitado algún miedo sin saberlo.


08 marzo 2020

¿Dónde está el límite entre sentirse culpable por todo y el valorarse las intenciones?


     No está mal cagarla de vez en cuando si no hay daño a otras personas. Está mal si esa cagada le afecta negativamente a otra persona. ¿Y aunque se tuviesen las mejores intenciones de algo y reaccionase de una manera no esperada, afectándole? ¿Por qué sentirse culpable de algo no intencionado sin haber contemplado esa reacción? ¿Sería correcto pedir perdón en este caso? ¿Por qué pedir perdón por algo que no era mi propósito? ¿Por qué tengo que ser yo la que se tenga que arrepentir de todo y sentirse fatal por la reacción que tomen otros? 

     Soy la empática, lo reconozco. No me cuesta ponerme en situación de otros y eso ahora mismo me es un problema. Porque me meto en esa situación (si esa persona mínimamente me importa) y la hago mía. Hago ese problema mío hasta que se soluciona. Cuando se acaba, tanto si yo haya ayudado como si no, nunca y bajo ningún concepto me he sentido ni me han hecho sentir parte de la solución. Y estoy muy hartita de no valorarme, de que no me valoren y de molestarme en arreglarlo yo y... ¿de qué cojones voy si ni siquiera me lo hago yo? 

     Haces algo con la mejor de las intenciones en beneficio de otra persona y esa persona lo ve como un ataque contra su persona y que lo ve como una traición. Para esa persona le acabas de decepcionar y posiblemente nada vuelva a ser como antes. A raíz de eso decides no contraatacar a sus ofensivas por no hacer más grande la pelota y que no se vaya de madres y porque sabes que puedes hacer daño con las palabras más del que en ese momento eres consciente. Por eso mismo decides callar. Por otra parte te sientes culpable porque a pesar de no haber explotado la bomba tú... aportaste la mecha. La mecha de la bomba que acabó detonando por la reacción de la otra persona (mechero encendido). La bomba por un lado. Tú que le pusiste la mecha y la otra persona fue quien le prendió fuego y os acabó reventando en la cara. Si tú no hubieras aportado la mecha no habría estallado nada. Y hasta la fecha siempre te habrías sentido culpable por ello. Te habrías sentido realmente mal, llorado, escrito un mensaje pidiendo perdón para intentar poner paz en la guerra. Acto siguiente te habrían dicho la mala cabeza que tienes, que le has fallado, que no va a confiar en ti, alguna amenaza, y palabras que te van a herir en lo más profundo. Lo peor es que crees que te lo mereces, que te mereces todo lo que te pueda decir por haber sido mecha. Y te lo habrías tragado asumiendo la culpa, una vez más. Y te balanceas en más inseguridades cual péndulo de un antiguo reloj. Porque esa situación agrava más el sentimiento de que no te valores, no te quieras, creas que no eres suficiente, que eres tú el causante de todos los males, etc... 

     Por otra parte en la última sesión con el psicólogo... hablamos de esto. De hacer algo con una intención positiva y que la reacción no estuviese entre las esperadas y sentirse culpable por ello. Y tras esto que ocurrió... mi postura me la estoy cuestionando. Soy responsable de mis actos, no de cómo tú te los tomes. Me sigo sintiendo francamente mal y me lo vuelvo a tragar. Pero no estoy por la labor de pedir perdón yo. Esta vez no, joder. Esta vez no me da la gana. Va a ser la primera vez que me niegue a pedir perdón. No voy a pedir perdón por ser mecha, por ser yo. No me quiero volver a anular ante otra persona, no otra vez. Hoy me vuelvo a tragar mi mierda sin darle el "placer" a nadie de echarme en cara nada. No voy a pedir perdón. No quiero hacerlo. Sólo voy a dejar pasar el tiempo y a ver qué pasa. Hasta donde llega todo esto. Esta vez no voy a ser yo quien busque a nadie. Tengo la certeza de que la otra parte no va a venir a solucionar nada. Hará como si nada de esto hubiera ocurrido. Y sí que ha pasado. Y ha dolido, al menos a mí. Y como no venga a arreglar nada... esto va a hacer mella. Posiblemente no haya sido para tanto y todo acaba pasando de una forma u otra con perdón o sin él.

     Y pienso que está aquí el límite. Entre sentirse culpable por la reacción no esperada negativa de otra persona y el no querer pedir perdón por lo mismo. Esa decisión ahora mismo duele. 

# ¿Se ha enfadado mucho?
     ¿Y por qué me tendría que enfocar en su enfado y no en cómo me afecta  mí su reacción? ¿Quién se preocupa de lo que pienso y del cómo me afectan a mí las cosas? Si no me lo empiezo al menos a cuestionar yo... Desde la última sesión me lo cuestiono y... no sé si está siendo el peor remedio que la enfermedad. Pero que ya está.

# ¿Tengo posibilidad de hablar con ella ahora?
     No lo sé, tampoco quiero hablar con ella hora.

# Pero... ¿crees que hablar con esa persona te calmaría?
     No. No entiende mi postura, sólo ve la suya y sería como lo que te dije antes que me contestaría del estilo y ya. Pero que me estará poniendo verde con sus amigas y demás. En unos días se le habrá pasado. A mí no. Esto me hace herida aunque lo deje pasar.

# Pues ella debería intentar darse cuenta que pese a todo a ti todo esto te afecta.
     Ella mira lo que le afecta a ella. Sabe que bien no estoy. A partir de ahí que haga lo que quiera. Va a ser la primera vez que no voy a hacer nada. Y a ver qué pasa. En parte la envidio por el orgullo que se tiene, que se quiere, que se valora, que se todo. Pero se ciega mucho en ella y esas situaciones aunque diga que sí, no sabe ponerse en los zapatos de otros, y yo esta vez no me los voy a quitar ni se los voy a meter a presión.

# Pues es tu oportunidad para quererte tanto como ella. 
     No quiero hacerlo a su manera.

#No es a su manera, es valorarte.
     A estas alturas con no cuestionarme tanto todo me conformo.

# Hay cosas que se han de cuestionar para mejorar.
     Por supuesto, pero no es solo plantearme una cosa. Es que mientras estoy despierta no paro. Hablando, por ejemplo, en persona con alguien yo tengo otra conversación paralela en mi cabeza que nada que ver con la persona. Y como esa persona me diga que le repita lo que me acaba de decir... estoy jodida. No soy capaz de retener información. Y luego durmiendo tengo sueños reales, lo que me confunden casi continuamente y me da a situaciones intensas y erróneas. Esos momentos de gritarte un "tranquilízate" o alguna vaina del estilo sin abrir la boca.

     He cambiado un "claro que le quiero" por un "en algún momento me he de empezar a querer a mí misma". Y no por eso quiere decir que la quiera menos. 

     Esta canción no tiene nada que ver con el texto y me suda un poco los cojones en verdad. Pero quiero que esta canción sea la primera que aparezca en este blog.

Desde arriba - Doctore