Hace
tiempo dejé de buscar a personas que fuesen auténticas porque me
cansé y me harté de toparme con caretas de plástico. No veía en
nadie nada especial, nada que destacase. No me refiero a sus
talentos, o a cosas que se les den bien si no a la calidad de su
persona. Un día es igual que el siguiente y otra persona nueva es
muy parecida a la anterior: sin nada que me llame la atención. Pero
bajé la guardia y varios años después... llegó alguien. Alguien
que es de esa clase de personas que sus palabras cuentan más de lo
que escuchas. De esas que sus hechos dicen mucho más que lo que
sueltan por la boca. De esas que sueñan despiertas para que nadie
les despierte de sus sueños. De esas que son mapas y brújulas
cuando te pierdes. De esas que tienen un noséqué que no sabes qué
es. De esas que son magia aunque no las estés viendo. De esas que
puedes ver todo su abismo si te paras a mirarles a los ojos y de frente.
De esas personas que tienen dentro el fuego más fuerte e intenso
(con heridas) que jamás conocerás. De esas que por fuera tienen una
coraza de hielo transparente que se torna opaco por las capas y capas
de granizo que la rodea. De esas que te parecen glaciar y que, cuando
las conoces, sabes que son un copo de nieve que no se derrite en el
calor de cualquiera que le roce. De esas que se mueven entre las
sombras, pero que son luz. De esas que se balancean en una melodía
de piano mientras su cabeza convive con una algarabía del 15. De
esas personas de las que no esperas nada porque simplemente las
dejas ser ellas mismas, sin expectativas, y dejando que te sorprendan con su esencia. De esas que declaran la guerra por su paz. De esas
que son regentes de aquello que les inquieta. De esas personas de las
que la gente no apuesta por ellas por su timidez, pero tienen mucha
más garra y gancho que la mayoría cuando algo/alguien se les cruza
entre cejo y cejo.
Y
tuve el puto placer de conocer a alguien así. En el momento justo,
cuando desistí y creí que nunca me tropezaría con alguien así. Y
qué bonita casualidad es, ¿no? Una casualidad que no vi venir,
pero la sentí y le di forma cuando vi su sombra a lo lejos. En ese
momento no sabía quién ni cómo era, pero sabía que era esa
persona. ¡Y qué poco me equivoqué! No sé si eso fue intuición,
sexto sentido o una simple coincidencia, pero pasó. A veces me da
miedo pensar en qué hubiera pasado si yo le hubiera hecho caso a
esas ganas que tenía de no acudir aquella tarde, porque me habría
perdido a esta personita. Y ahora que lo sé, no sé si me lo habría
perdonado. El asunto fue que algo que tiró de mí y me hizo
asistir. Y entendí que ese no sé qué era esa sombra que tenía a unos cuantos metros, porque esa sensación de avanzar
frenó en seco. Llegué a mi destino.
Mi hermana durante el trayecto en coche, me dijo de él su nombre, que era del mismo año que yo y que tenía un libro, su portada, el título y creo que nada más. Cuando
me presenté en el sitio con ella me dijo varias opciones y yo no
contesté porque no sabía de quién se trataba, jamás había
hablado con él, pero yo sabía que de las personas que me indicó
era... ninguna. Hubo un silencio de unos pocos segundos (que a mí se me
figuraron bastante largos) y después añadí: "no, es él".
Recuerdo que no señalé con el dedo, sí con la mirada. Y sí, era
él.
Me
hace gracia esto porque recuerdo casi cada detalle de ese momento cuando no recuerdo el cómo conocí a nadie, salvo a mi hermano
pequeño. Y de esto me acabo de dar cuenta escribiendo esto, curioso,
¿no?
Y,
Vii, ahora que ya sabes que esto se trata de ti... permíteme que
directamente te hable a ti. Sin andarme con más rodeos te digo que
me pareces alguien increíble, de esas personas que cuesta mucho
encontrar y que tienen un precio incalculable. Realmente no te
conozco mucho, pero sé lo suficiente de ti como para decirte que
quiero quedarme y que estés cerca. Eres distinto al resto, pero
distinto de verdad porque sumas y multiplicas sin restar ni dividir.
Eres lo fantástico de la realidad, lo real de la fantasía y no ha
nacido persona que sea capaz de quitarte tu magia por muchos
entresijos que te vengan. Porque esa magia es parte de tu Ave Fénix,
la que resurge de sus propias cenizas con más fuerza que nunca. Eres
rey de tu reino, de tu imperio, de tus sueños, de tus insomnios, de tus desvelos, de tus inquietudes, de tus miedos, de tus ganas, de tus ilusiones, de tus fuerzas, de tus debilidades, de tus sombras, de tus luces, de tus estatuas,... eres rey de ti. Y créeme,
amigo, que son muy pocas personas las que pueden decir esto con tanto
tanto orgullo como tú. Tú eres tu reino desde el primer ladrillo al
último que lo forman, aunque esté como Roma, en ruinas, o escondido
a ojos de quien realmente no quiere verlo o invencible como un
guerrero que no se rinde o con una fuerza de superación absoluta o
sobreponiéndose a toda adversidad que se presente para fortalecerse
o en el aire, volando más alto que nunca. Y ése es tu símbolo de
renacimiento físico y espiritual. Es el escudo que necesitas. Tienes
un reino digno de admirar. Debes de estar muy orgulloso de él, no es
para menos. Es colosal lo que has construido tú solo con tus
propias emociones.
¿Y
sabes qué?
Que
ojalá creyeses en ti tanto como lo haces en tu reino: sin peros, sin
condiciones, sin opiniones ajenas, sólo la tuya. Lo que hace a tu
imperio tan titánico no es su estructura, los materiales
que tiene, sus columnas, sus puentes, sus escudos, sus armas, su...
nada. Lo que hace fuerte e inquebrantable son tus valores. Esos
mismos que no viene a romperte nadie, porque crees en ellos. Y, no
dejes que nunca nadie lo haga, por favor.
¿Y
sabes qué?
No
seré yo quien te diga que no te reemplazarán, porque absolutamente
todos somos reemplazables, pero quédate con quien aunque pueda irse se
quede contigo en los vendavales, que quien se queda solo en la calma
no vale un nanosegundo de tu tiempo. Tú eres tu aquí y tu ahora, y no es para quienes te dediquen el tiempo que les sobra.
¿Y
sabes qué?
Que
no te ocultas de nada ni de nadie. Eres de las personas más fuertes
emocionalmente que conozco, aunque sigas hecho añicos o te
auto-flageles. No ganes ese miedo a perder cuando la pérdida real
está en quien te ha dejado ir de una manera u otra.
¿Y
sabes qué?
Que
quien te quiera en su vida hará lo posible para que te quedes. A
estas alturas no te mereces a nadie que no luche por ti. No aceptes
otra cosa que no sea esa, nunca.
¿Y
sabes qué?
Que
tienes muchas incógnitas cautivadoras que hay que escucharlas porque
tú no eres solo lo que dices, también eres el cómo lo dices.
¿Y
sabes qué?
Eres
de las personas que tiene el interior más bonito que conozco. No me
hace falta saber hasta el número de pie que calzas para entender que tu
caos rebosa paz. Que vas hasta el final cuando hay algo, o
alguien, que sientes tuyo, tanto que lo protegerías con tu vida si
fuera necesario. Que callas lo que dentro de ti está gritando. Que
tu indiferencia solo es apariencia porque en tu interior está
mareada de las vueltas que lleva.
¿Y
sabes qué?
Tú
te quedas en las sombras de quien te importa, pero no les presentas
las tuyas a nadie. Y eso es tan bonito como desolador. Porque quieres
tanto a alguien como para no "preocuparle" con tus sombras,
porque tu lucha es constante y solitaria. Eres muy perseverante en
eso.
¿Y
sabes qué?
Que
a veces pareces contradicción. Que eres frágil, pero cada
pedacito tuyo es más fuerte y duro que el diamante.
¿Y
sabes qué?
Que
hay cosas que no te he contado: Que he aplicado varias lecciones
desde la primera vez que quedamos sin que hablásemos de eso. Me has
ayudado en varias cosas sin siquiera haberlas dialogado contigo. Como
te dije antes, eres más de lo que dices. Me siento cómoda y
tranquila contigo. Siento que puedo bajar la guardia sin miedo. Y eso
no me había pasado antes, ojito. Y espero que esto de que un día
aparecieras por casualidad no tenga fecha de caducidad. Que contigo
soy transparente, no tengo secretos; si me preguntases podría contarte cualquier cosa sin filtros, sin medias verdades, y, lo más
importante, sin arrepentirme de habértelo contado luego. Y me asusta
todo esto porque es nuevo para mí y por lo que pueda pasar, pero a
su vez estoy tranquila. Esa es la confianza que me transmites. Creo
que eres inalcanzable para quien en realidad no se quiere molestar en
ti. No todos están a tu altura, Capitán. Creo y confío en ti,
mucho. Tengo esa sensación de saber que puedo confiar, sin saber
porqué, pero quiero seguir haciéndolo. Tienes mucho que decir y que
ofrecer, pero no está hecha la miel para la boca del burro. Aun así,
no dejes de hacerlo. No te frenes, no te rindas. No estás solo.
Podría
decirte que la vida te debe muchas sonrisas, pero no, a ti lo que te
deben son momentos a carcajadas limpias y gente que te valore tal y
como eres, con tus luces y sombras y que no quieran cambiarte. ¿Eres
consciente de todo los principios inalterables que tienes? Eres
genial tal y como eres. Te admiro en diferentes facetas, aunque eso
ya lo sabes. Roto o entero, estoy muy orgullosa de ti y de la persona
en la que te has convertido. Eres fuerte, valiente e inteligente.
Eres un ejemplo a seguir. Sé que llegarás lejos, no tengo dudas. Feliz cumpleaños,
capitán.